domingo, 19 de junio de 2011

El liberalismo y las malas compañías que lo perdieron

En primer lugar, entiendo que la crisis económica ha dado paso a una crisis social y finalmente política. A riesgo de simplificar muchísimo, sería este el contexto en que nos movemos.

Me refiero a continuación a lo que llamaría "el discurso liberal o neoliberal oficial". No se trata en ningún caso de lo que hayan dicho los pensadores liberales, ni los teóricos, los economistas o los comentaristas. Sería algo bastante más sencillo y simple a la vez. Serían esas dos o tres recetas que los organismos económico-financieros supranacionales vienen recomendando a los gobiernos desde la crisis del 73 y que se han venido implementando con mayor o menor profundidad en USA y Europa desde principios de los 80. Se trata fundamentalmente de tres:

1. Control de la inflación

2. Control del déficit público.

3. Flexibilización del mercado laboral.


Estas tres recetas han sido aceptadas y aplicadas por todos los gobiernos europeos occidentales desde hace 30 años, con mayor o menor profundidad, con mayor o menor extensión; sin importar el color del gobierno. Se puede decir que todo partido político europeo ha practicado estas medidas una vez ha estado en el gobierno.

Este ha sido también el discurso aceptado por el poder empresarial (solo que ellos hacen hincapié en el tercer punto). Estas recetas, por último, han sido predicadas sobre todo como remedio en tiempos de crisis.

Vayamos ahora al contexto español y miremos a lo que ha pasado aquí en la última década. Resulta que todas las empresas exitosas españolas, sobre todo las más grandes, tienen fuertes lazos con el Estado a través de los gobiernos tanto central como autonómicos. Me refiero sobre todo a las financieras, ingenieras, energéticas y por supuesto las inmobiliarias (el caso de las inmobiliarias y el poder municipal es paradigmático). Las empresas de diseño pienso que se salvan en lo esencial de estos tejemanejes.

Bueno, pues iba a lo siguiente: la paradoja es que esta clase de empresariado, por un lado es cuasi dependiente del poder y ,por otro, hace del discurso liberal su bandera.

Ahora traigamos a colación el origen de la actual crisis política. Una crisis económica (me ahorro enumerar sus elementos, de todos conocidos) cocinada en el tejemaneje del poder político y el empresarial. Unas recetas que cargan el esfuerzo sobre todo en el ciudadano corriente. Un ciudadano corriente que se da cuenta del truco y dice no. Lo interesante de esta crisis es que la gente ha sabido de primera mano, por haberlo sufrido en sus carnes, lo peligroso que es que los partidos tengan un cheque en blanco en las urnas. Se han dado cuenta de que toda esta catástrofe económica y social es en buena parte causada por la falta de controles democráticos al abuso entre el poder político y el empresarial. Y ahora esa gente reclama la reforma del sistema y se echa a la calle. La gente decide por un lado no aceptar las medidas que suponen recortes a sus derechos y por otro reclamar un cambio en los mecanismos de decision democratica que han permitido la connivencia entre partidos politicos y poder inmobiliario y financiero.


El papel de la izquierda. Suele confundir el liberalismo con el discurso liberal que hemos caracterizado. Lo mismo le pasa a buena parte de la ciudadanía que rechaza recetas que considera injustas por impuestas por los propios culpables de la crisis.

La consecuencia es que toda esta evolución de las cosas puede dar al traste con el liberalismo más racional o progresista y no se yo si eso es bueno. Las malas compañias del liberalismo y una época manifiestamente propicia para el keynesianismo pueden hacerlo desaparecer de escena durante muchos años. Por malas compañías entiendo: Bush, Enron y el empresariado currupto, Esperanza Aguirre, el Tea Party americano, la ultraderecha TDT española, el periodismo ultramontano, el caciquismo y la oligarquía, Botín y otros muchísimos compañeros indeseables de viaje para todo liberal que se precie.

Por qué entiendo que estamos entrando en tiempos keynesianos? A lo mejor lo explico otro día.

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