domingo, 5 de junio de 2011

La inevitabilidad del colapso

Mucho se ha escrito acerca de lo que significa pueblo y lo que no. Lo que ha pasado en Túnez y Egipto nos puede dar una idea. Muchos hablan y establecen un paralelismo con los acontecimientos que terminaron con el muro de Berlín y el comunismo en la Europa del Este a partir de 1989. Yo pienso, sin embargo, que el proceso en el mundo árabe es diferente por dos o tres razones básicas. La primera, lo inesperado del acontecimiento. Si bien es cierto que cuando se inicio el movimiento de 1989, muchos hablaban de que era algo impensable meses atrás, no es menos cierto que era algo predicho, buscado, preparado y negociado hasta la saciedad por la diplomacia occidental: Reagan, Thatcher, el Papa … Los llamados disidentes eran poco menos que dioses en Occidente: Universidades y Fundaciones se los disputaban a la hora de ofrecerles puestos y financiación. En el caso actual de las revoluciones árabes, Occidente solo puede jactarse de haber soportado a los dirigentes hoy caídos, elogiados como puntales de la estabilidad en el mundo árabe y freno al Islamismo radical. Otra diferencia fundamental en mi opinión es que, mientras que en la caída del comunismo, las elites y las personalidades “disidentes” jugaron un papel básico, en la revolución árabe, por el contrario (y a pesar de los intentos de algunos por acaudillarlas y colocarse a su frente aprovechando la onda iniciada por el pueblo), ha sido esencialmente este el que ha empezado y conducido todo el proceso, mientras que los Elbaradei y demás arribistas apenas han tenido eco en el proceso mismo a pesar de que parte de la prensa occidental (El País ha tenido en esto un protagonismo esencial) ha procurado por todos los medios presentarlos como los llamados a dirigir el “proceso de transición”. Una vez mas, y gracias a Internet, han sido los periódicos los que han ido a remolque de los protagonistas y no al revés, como solía ocurrir hasta ahora. Han sido los periódicos los que se han nutrido de la información aportada por los protagonistas y no estos los que se han inspirado en la información aportada por la prensa, como sucedía de aquí para atrás. Quizá el único paralelismo real estribe en la reivindicación de unas mejores condiciones de vida a través de un cambio político.

Lo paradójico es que la primera revolución de la era de Internet posibilita los medios para que el cambio no se deposite meramente en las manos de las elites encargadas de realizar la supuesta “transición”, sino precisamente para todo lo contrario, para que sea el pueblo el que fiscalice, examine y valide el propio proceso. Por razones obvias esto no fue posible en 1989. Una de las muchas cosas que esta en cuestión hoy dia es la democracia representativa en si, nuevas formas de fiscalizar el poder depositado por los ciudadanos en los parlamentos han aparecido sin que nadie las esperara y su importancia no hará mas que aumentar en los próximos anos. La idea de que “democrático” es todo aquello que cumple una determinada formalidad dentro de los sistemas parlamentarios hoy dia consolidados tiene los días contados.

Que clase de inspiración puede obtener la juventud europea de lo ocurrido en el Magreb? Permitirán los jóvenes europeos a sus gobiernos implementar las medidas de recorte que exigen las instituciones financieras a los estados para pagar sus deudas? En primer lugar, habría que distinguir en Europa dos zonas, el Mediterráneo y el centro y norte. En el centro y norte de Europa aun queda un cierto margen de maniobra (a excepción del Reino Unido e Irlanda), la crisis no ha golpeado tan fuerte y el problema de la deuda es menos acuciante. El Mediterráneo será otro cantar. Los jóvenes de España, Italia, Grecia y Portugal tienen un ejemplo demasiado reciente de algo que es ya sabido históricamente: cuando el pueblo no transige, las decisiones tomadas por los gobiernos y refrendadas por los parlamentos (donde esta la separación de poderes?), carecen de efectividad alguna. Ahora el gran obstáculo que enfrentan estos países para cumplir el programa de ahorro estatal exigido por los bancos internacionales es su propia juventud activa; si llega un dia en que los jóvenes digan “no”, los gobiernos no tendrán mas remedio que buscar alternativas y es perfectamente esperable que, como ha ocurrido en el Magreb, algún que otro sistema político se vaya al garete. El pueblo europeo concibe los recortes como una agresión sin precedentes a sus derechos y a su futuro. En el Reino Unido la lista es tan exhaustiva y profunda que llega al paroxismo: el gobierno planea vender incluso los bosques públicos, iniciativa que ya cuenta con una plataforma organizada en su contra. Ni en los sueños mas húmedos de Margaret Thatcher se podía vislumbrar algo parecido a lo que esta en marcha. Y, sin embargo, las políticas de la Dama de Hierro abrieron un periodo de conflictividad social que duró no menos que una década mientras que, por el momento, solo los estudiantes han alzado su voz en contra de la medida del gobierno, ya ejecutada, de subir las matriculas universitarias de 3000 libras al año a 9000.

Los gobiernos occidentales, sobre todo Irlanda, Reino Unido y la Europa mediterránea han cambiado, como es de sentido común, por otro lado, un caos seguro por un caos posible. Viendo que la bancarrota del Estado nos aboca a un caos seguro, se han visto obligados a ahorrar para que no aumente la deuda (gastar menos e intentar ingresar mas) y a emplear mas recursos en pagar a los bancos (destinar a este menester partidas antes dedicadas a protección social, por ejemplo) para intentar reducir esa deuda en la medida de lo posible. El problema es que nadie sabe si este plan va a terminar funcionando, puesto que ha de contar con el pueblo y esta demostrado, y lo del Magreb no es mas que un ejemplo, que el pueblo en situaciones como las que vivimos no es nunca una baza segura. La posibilidad del caos cada vez es menos virtual y con ella la inevitabilidad del colapso.


Publicado en burbuja.info 13/02/11

No hay comentarios:

Publicar un comentario